El endeudamiento como herramienta de política económica
El uso de la deuda pública como mecanismo de financiamiento ha sido históricamente una herramienta central de la política económica. A través de ella, los gobiernos han buscado estimular el crecimiento, estabilizar el ciclo económico y responder a crisis sistémicas. Sin embargo, depender sostenidamente del endeudamiento para financiar el desarrollo plantea desafíos significativos, especialmente en contextos de normalización monetaria, bajo crecimiento potencial y presiones fiscales estructurales. La experiencia reciente de diversas economías, tanto desarrolladas como emergentes, permite evaluar con mayor precisión los límites de esta estrategia.
Productividad del gasto público y diferencial entre crecimiento y costo financiero
La teoría macroeconómica establece que el crecimiento financiado con deuda puede ser sostenible si la tasa de crecimiento real del producto interno bruto supera la tasa de interés efectiva sobre la deuda pública. Este diferencial positivo, conocido como g menos r, permite que el ratio deuda sobre PIB se mantenga estable o incluso disminuya sin necesidad de generar superávit fiscales primarios elevados. No obstante, esta condición solo se cumple cuando el endeudamiento se destina a inversión pública productiva, es decir, a proyectos con alto retorno económico y social. Ejemplos de ello incluyen infraestructura, educación, salud preventiva y tecnología, áreas que aumentan la productividad total de los factores y fortalecen la capacidad endógena de crecimiento.
La normalización monetaria y el encarecimiento del financiamiento
A partir de 2022, la mayoría de los bancos centrales de economías desarrolladas comenzaron un proceso de endurecimiento monetario con el objetivo de controlar presiones inflacionarias pospandemia. Este ciclo de alzas de tasas elevó significativamente el costo de financiamiento soberano. Según datos de la OCDE, los pagos de intereses como proporción del PIB se incrementaron de forma generalizada entre 2023 y 2025, especialmente en países con alta dependencia del crédito externo. Este encarecimiento ha reducido el margen fiscal de muchas economías, limitando su capacidad para responder a shocks externos o financiar programas sociales sin deteriorar su perfil crediticio.
Casos recientes de insostenibilidad fiscal
La evidencia empírica confirma que el uso indiscriminado de la deuda, sin una estrategia de desarrollo clara, puede derivar en crisis de sostenibilidad. Países como Argentina, Sri Lanka o Ghana enfrentaron episodios de sobreendeudamiento con consecuencias macroeconómicas severas. En estos casos, el financiamiento se destinó mayormente a gasto corriente, subsidios ineficientes o refinanciación de pasivos previos, sin generar un impulso sostenible al crecimiento potencial. La falta de disciplina fiscal, sumada a desequilibrios estructurales, derivó en alta inflación, depreciaciones abruptas, pérdida de reservas internacionales y necesidad de acuerdos de emergencia con el Fondo Monetario Internacional.
Sostenibilidad fiscal y reglas de responsabilidad
Tanto el FMI como el Banco Mundial han reiterado que el endeudamiento público no es negativo per se, siempre que se acompañe de marcos institucionales sólidos y políticas fiscales responsables. Sus modelos de análisis de sostenibilidad de deuda no se basan únicamente en el nivel absoluto de deuda como porcentaje del PIB, sino en su trayectoria proyectada, la capacidad institucional del país para generar superávit primarios, el perfil de vencimientos, la composición del portafolio de deuda y la sensibilidad ante shocks externos. Estos criterios buscan evaluar si una economía puede mantener su carga de deuda sin comprometer su estabilidad macroeconómica ni sus prioridades de desarrollo.
Panorama actual y perspectivas
El informe de Perspectivas Económicas Mundiales del FMI publicado en abril de 2025 estima que el crecimiento global se ubicará en torno al 3.2 por ciento, mientras que la inflación internacional muestra una desaceleración significativa respecto a los máximos observados en 2022. Sin embargo, el entorno global continúa siendo desafiante, con niveles elevados de deuda, tensiones geopolíticas y una recuperación desigual entre regiones. La combinación de bajo crecimiento, tasas de interés altas y presiones sobre el gasto social representa un entorno complejo para sostener políticas expansivas prolongadas basadas en deuda.
Un país puede crecer financiándose con deuda, pero solo bajo ciertas condiciones. La clave está en utilizar el endeudamiento de forma estratégica, priorizando el gasto productivo, manteniendo credibilidad fiscal y fortaleciendo las instituciones. En ausencia de estos factores, el crecimiento financiado con deuda se convierte en una ilusión temporal que deteriora los fundamentos económicos y aumenta la exposición a crisis. La sostenibilidad fiscal, por tanto, no depende únicamente del volumen de deuda, sino de su calidad, propósito y administración.
Redacción: Invertix | Con base en datos del FMI, OCDE y análisis macroeconómicos 2022–2025